Categorías gramaticales
Categorías gramaticales
Te explicamos qué son las categorías gramaticales, las características de cada una, con sus funciones en la oración y múltiples ejemplos.
¿Qué son las categorías gramaticales?
Las categorías gramaticales son las clases de palabras que se reconocen comúnmente en el lenguaje. Se trata de una clasificación lingüística más o menos universal, o sea, común a casi todos los idiomas, que distingue las palabras en base a la función que cumplen dentro de la oración. Por lo tanto, a partir de este conjunto de categorías se puede comprender la totalidad de una oración y separarla en sus componentes morfosintácticos (forma y estructura).
Las categorías gramaticales en el habla hispana son nueve:
- Sustantivos o nombres
- Adjetivos
- Artículos
- Pronombres
- Verbos
- Adverbios
- Interjecciones
- Preposiciones
- Conjunciones
Los sustantivos
Los sustantivos son aquellas palabras que sirven para nombrar los objetos y los seres que encontramos en el mundo, ya sean reales o ficticios, concretos o abstractos. Se pueden entender como los nombres de las cosas, ya sean nombres genéricos (perro, gato, libro, niño, mujer, árbol) o nombres propios (Bolivia, Europa, Juan, Helena, Google).
Los sustantivos tienen un significado propio, puntual e invariable, aunque no siempre estrictamente delimitado, es decir, un sustantivo puede tener diferentes significados dependiendo de su contexto de uso. Aun así, cada vez que se usa un sustantivo, se lo hace con un único sentido. Dentro de la oración, los sustantivos pueden jugar el papel de núcleo del sujeto, objeto directo o indirecto, o ser parte de diferentes complementos verbales. Además, admiten flexión de número (plural y singular) y de género (masculino y femenino).
Son ejemplos de sustantivos: lápiz, planetas, automóvil, país, botellas, religión, libertad, Juana, Rusia, Washington, Popeye, hamburguesa, alfombra, Atlántico, desierto, teléfono, Quijote, jirafa, cantimplora.
Los adjetivos
Los adjetivos son palabras que se agregan al sustantivo, para complementar o determinar su significado. Así, cuando un adjetivo se une a un sustantivo, le atribuye cualidades o características concretas o abstractas. Dependiendo de la naturaleza de dichas características, podemos hablar de dos tipos de adjetivos:
Los adjetivos calificativos, que le dicen al lector cómo es el sustantivo al cual acompañan, por ejemplo: hermoso, grande, azul, barato, fugaz, global, entre otros. Estos adjetivos pueden clasificarse, a su vez, en dos tipos:
- Adjetivos calificativos especificativos o restrictivos, que delimitan o restringen el significado del sustantivo desde un punto de vista objetivo, para distinguirlo de otros similares. Se reconocen porque suelen admitir variaciones de grado. Por ejemplo: perro grandísimo, carro rojo, lente izquierdo.
- Adjetivos calificativos explicativos, que resaltan un sentido ya presente en el significado del sustantivo, imprimiéndole un matiz personal o subjetivo. Por ejemplo: cielo azul, dulce miel, fiera salvaje.
Los adjetivos determinativos o determinantes, que aportan un margen de precisión respecto al significado del sustantivo, es decir, nos permiten diferenciarlo gramaticalmente de otros posibles sustantivos, por ejemplo: alguna, mi, nuestro, esos, entre otros. Los adjetivos determinativos se clasifican de acuerdo al sentido específico que añaden al sustantivo, de la siguiente manera:
- Adjetivos posesivos, que indican a quién pertenece el sustantivo. Por ejemplo: mi casa, nuestro compromiso, su
- Adjetivos demostrativos, que permiten ubicar al sustantivo en un contexto más próximo o más lejano del hablante. Por ejemplo: ese camello, aquella edificación, aquellos
- Adjetivos numerales, que permiten conocer la cantidad o abundancia de lo expresado en el sustantivo. Por ejemplo: decenas de amigos, dos luces, una pregunta, miles de respuestas.
- Adjetivos indefinidos, que permiten expresar cierto grado de vaguedad o desconocimiento respecto a la naturaleza del sustantivo. Por ejemplo: algunas personas, cualquier médico, demasiados
- Adjetivos interrogativos, que permiten formular una pregunta abierta respecto del sustantivo. Por ejemplo: ¿Cuál perro quieres? o ¿Qué color prefieren?
- Adjetivos exclamativos, que permiten darle énfasis al significado expresado por el sustantivo en la oración. Por ejemplo: ¡Qué frío hace! o ¡Cuántas mujeres vinieron!
Los adjetivos, al igual que los sustantivos, presentan flexión de género (masculino y femenino) y número (plural y singular), por lo que deben siempre presentar concordancia con el sustantivo al cual acompañan.
Son ejemplos de adjetivos: este, aquel, feo, tremendo, marrón, descomunal, ingenuo, ameno, largo, mi, violeta, compuesto, desequilibrado, libre, amoroso, poco, muchísimo, real.
Los artículos
Junto a los adjetivos, los artículos son las palabras que acompañan y caracterizan a un sustantivo, aunque en este caso únicamente para expresar ciertos sentidos determinados: género (masculino, neutro y femenino), número (plural y singular) y determinación (determinado e indeterminado). Se trata de partículas pequeñas que normalmente anteceden al sustantivo y nos permiten prever sus rasgos gramaticales. En ocasiones, además, pueden sustantivar, o sea, obligar a actuar como sustantivos a otros tipos de palabras.
Los artículos en español son:
Artículo | masculino singular | femenino singular | masculino plural | femenino plural |
---|---|---|---|---|
Determinado | el | la | los | las |
Indeterminado | un | una | unos | unas |
También existe un “artículo neutro”, únicamente para uso en singular: “lo”. La diferencia entre los artículos determinados y los indeterminados radica en el grado de certeza que se tiene respecto del sustantivo. Así, por ejemplo: “el hombre” se refiere a uno en específico, mencionado previamente; en cambio, “un hombre” se refiere a un hombre desconocido, cualquiera, que no se diferencia del resto.
Son ejemplos de artículos: el camello, la compasión, lo dicho, un viaje, las mujeres, unos asaltantes, unas campeonas.
Los pronombres
Los pronombres son palabras que carecen de un referente fijo, pero que establecen una relación gramatical en ausencia del nombre. Esto significa que son palabras empleadas para sustituir a un nombre o un sustantivo, y así no tener que reiterarlo continuamente a lo largo de una oración. Son piezas cuyo sentido depende siempre del contexto en el que sean utilizadas.
Por ejemplo, el pronombre personal “yo” no siempre se refiere a la misma persona, es decir, cuando lo dice un niño se refiere a sí mismo, y cuando lo utiliza su madre se refiere, similarmente, a sí misma. Esto demuestra que los referentes de los pronombres son cambiantes y que su único sentido propio es convencional, o sea, una cierta costumbre de emplearlos para no tener que repetir nombres continuamente. Así, en el ejemplo previo, si el niño no dispusiera de la palabra “yo”, tendría que repetir continuamente su nombre.
Los pronombres pueden ser de muchos tipos, dependiendo del tipo de relación que permiten establecer en ausencia del referente nombrado. Los principales son:
- Pronombres personales, que sirven para sustituir los nombres (propios o comunes) en la oración, y así poder referirse cómodamente a quienes intervienen en ella. Estos pronombres son: yo, tú, usted, él, ella, nosotros, vosotros, ustedes, ellos y ellas. Por ejemplo: “Yo soy uruguayo” o “Ustedes saben mucho”.
- Pronombres clíticos (acusativos y dativos), que sirven para indicar sobre quién recae la acción directa (acusativo) o indirecta (dativo) del verbo. Estos pronombres son: me, te, se, lo, le, la, nos, os, les, los y las. Por ejemplo: “Te traje un regalo” o “Les dimos la carta a tus padres”.
- Pronombres posesivos, que sirven para expresar una relación de propiedad o potestad respecto del nombre sustituido. Estos pronombres son: mío, mía, míos, mías, tuyo, tuya, tuyos, tuyas, suyo, suya, suyos, suyas, nuestro, nuestra, nuestros, nuestras, vuestro, vuestra, vuestros y vuestras. Por ejemplo: “Yo tengo la falda de María y ella tiene la mía” o “Ya llegaron sus colegas, ¿dónde están los nuestros?”.
- Pronombres demostrativos, que sirven para expresar una relación de cercanía o lejanía respecto de lo sustituido. Estos pronombres son: este, ese, aquel, esta, esa, aquella, estos, esos, aquellos, estas, esas, aquellas. Por ejemplo: “¿Quieres de este pastel o de ese?” o “Esta es mi taza”.
- Pronombres relativos, que sirven para introducir oraciones subordinadas relativas, vinculadas con un referente previo o antecedente. Estos pronombres son: que, quien, quienes, el cual, la cual, los cuales, las cuales, cuyo, cuya, cuyos, cuyas, cuanto, cuanta, cuantos, cuantas. Por ejemplo: “Hoy viene el primo del cual te hablé” o “¿Esa es la película que vimos ayer?”.
- Pronombres numerales, que sirven para expresar una cantidad específica, una cadena ordenada o una parte de un conjunto. Estos pronombres son infinitos (como los números), pero algunos son: uno, tercero, medio, tercio, miles. Por ejemplo: “Es el tercero que me pregunta eso hoy” o “Un melón es mucho, prefiero medio”.
- Pronombres indefinidos, que sirven para sustituir referentes de los que no se tiene mucha certeza o con los que se tiene una relación de incertidumbre o poca precisión. Estos pronombres son: algún, alguno, alguna, algunos, algunas, otro, otra, otros, otras, poco, poca, pocos, pocas, mucho, mucha, muchos, muchas, todo, toda, todos, todas, tanto, cierto, cierta, ciertos, ciertas, bastante, tal, cualquiera, quienquiera, varios, varias, ninguno, ninguna, ningunos, ningunas, sendos, sendas, alguien, algo, más, menos, demás, nada y nadie. Por ejemplo: “Estuvimos esperando pero no vino nadie” o “Necesito un doctor, espero conseguir alguno”.
Al igual que otras palabras, los pronombres permiten la flexión por género (masculino y femenino) y número (singular y plural), y en muchos aspectos son similares a los adjetivos, con la notoria excepción de que los adjetivos acompañan al sustantivo, mientras que los pronombres lo sustituyen.
Los verbos
Los verbos son palabras que nombran acciones, reales e imaginarias, realizadas siempre por alguien (persona verbal). Se trata de palabras muy importantes en la oración, que cumplen el rol de núcleo del predicado y que pueden aparecer en su forma conjugada o sin conjugar (llamados verboides).
La conjugación del verbo se refiere a su adecuación o cambio morfológico para expresar gramaticalmente una información respecto de ciertos aspectos, que son:
- La persona verbal, es decir, quién realiza la acción: una primera persona (yo/nosotros), una segunda persona (tú/ustedes) o una tercera persona (él/ella/ellos/ellas). Así, dependiendo de quién realice la acción, el verbo se conjugará de un modo u otro. Por ejemplo, el verbo amar puede conjugarse: amo (yo), amas (tú), aman (ellos/ellas), amamos (nosotros).
- El tiempo verbal, o sea, el instante en que ocurre la acción, siempre respecto del emisor: el presente (ocurre mientras habla), el pasado (ocurrió antes del habla) o el futuro (ocurrirá mientras habla o cuando acabe de hablar). Los tiempos verbales del español son muchos, clasificados entre simples (sin auxiliar) y compuestos (con auxiliar “haber”), y expresan una ubicación cronológica específica del verbo. Por ejemplo, el verbo caminar puede conjugarse: camino (presente simple), caminaré (futuro simple) o caminaba (pasado imperfecto), entre otros tiempos verbales específicos.
- El modo verbal, esto es, el grado de realidad que hay detrás de la acción del verbo: si acontece en el plano real (indicativo), en el plano de los deseos y esperanzas (subjuntivo) o si se trata de una orden para ser realizada por otro (imperativo). Por ejemplo, el verbo comer puede conjugarse: comen (indicativo), comieran (subjuntivo) o come (imperativo). Cada modo verbal contempla ciertos tiempos y personas.
En la oración, los verbos conjugados siempre deben presentar concordancia con el sujeto que realiza la acción. En cambio, las formas no conjugadas (verboides) no varían su forma. Dichos verboides son:
- El infinitivo, reconocible porque presenta la terminación verbal -ar, -er o -ir, es aquel que opera como el nombre genérico de la acción o un sustantivo. De hecho, puede ir acompañado de artículos o adjetivos. Por ejemplo: caminar, beber, vivir.
- El gerundio, reconocible porque presenta la terminación -ando o -endo, es aquel que opera como un adverbio, o sea, como un caracterizador de otros verbos. Además, transmite la sensación de una acción incompleta, que acontece mientras se habla. Por ejemplo: caminando, bebiendo, viviendo.
- El participio, reconocible porque presenta la terminación -ado o -ido, es aquel que opera como un adjetivo, pudiendo incluso acompañar a un sustantivo. Por ejemplo: caminado, bebido, vivido.
Son algunos ejemplos de verbos: conspirar, desechado, rindiendo, imaginaría, comeremos, importarán, consumían, aparezcas, cállate, soportaré, obligar, han venido, habríamos dicho, habremos advertido.
Los adverbios
Los adverbios son partículas caracterizadoras cuyo rol es comparable con el de los adjetivos, excepto que acompañan al verbo, a los adjetivos o a otros adverbios, y aportan o modifican cierta información respecto del significado de cada uno. En general, dicha información tiene que ver con determinados aspectos, que permiten clasificar a los adverbios de la siguiente manera:
- Adverbios de cantidad, que expresan cantidades o grados vinculados a la acción realizada en el verbo. Por ejemplo: comer bastante, beber mucho, pensar demasiado, hacer nada, lograr menos, vivir suficiente.
- Adverbios de lugar, que expresan con qué orientación o en dónde ocurre la acción descrita por el verbo. Por ejemplo: caer encima, arrastrarse debajo, moverse adelante, caminar arriba.
- Adverbios de tiempo, que expresan cuándo ocurre la acción descrita por el verbo. Por ejemplo: salir mañana, verse hoy, sufrir antiguamente, comprar semanalmente, trabajar siempre.
- Adverbios de modo, que expresan de qué manera se ejecuta la acción indicada en el verbo. Por ejemplo: hacerlo bien, caerle mal, reptar lentamente, hablar deprisa.
- Adverbios de afirmación o negación, que expresan la conformidad o no conformidad del hablante respecto de la acción del verbo. Por ejemplo: sí estás, no llamaste, tampoco
- Adverbios de duda, que expresan la incerteza del hablante respecto de la acción contenida en el verbo. Por ejemplo: quizá lleguemos, probablemente
Las interjecciones son palabras que no forman realmente parte de las oraciones, sino que constituyen oraciones en sí mismas, dado que cumplen con una función expresiva que carece de organización gramatical. Es decir, son palabras que no tienen un rol gramatical propiamente dicho, sino que permiten expresar un sentimiento, una llamada de atención a otra persona, o incluso transmitir la impresión subjetiva de una acción.
Por ejemplo, la interjección “ojalá” (herencia del árabe law sha’a Allah, “si dios quisiera”) se utiliza para expresar deseo o esperanza de que algo ocurra, mientras que “ajá” se utiliza para confirmarle a la otra persona que la comunicación es efectiva, que se están entendiendo.
De esta manera, las interjecciones son piezas fijas del lenguaje, poco cambiantes, que no requieren de ningún tipo de coordinación o concatenación con el resto de la oración, aunque perfectamente pueden aparecer antes, en medio o después de ella. Muchas de estas interjecciones tuvieron origen en lenguas muertas o en usos extraviados en el tiempo, y permanecen como piezas únicas en el idioma.
Son ejemplo de interjecciones: chao, uy, órale, hala, epa, hola, ojalá, olé, ay, alto, psé, brrr, puaj, uf, uau, eh, arre, zape, aló, entre otras.
Las preposiciones
Las preposiciones son piezas del lenguaje que tienen únicamente significado gramatical, es decir, no cuentan con un sentido léxico propio, por fuera de la lengua. Esto significa que tienen sentido única y exclusivamente dentro del contexto de la frase, puesto que expresan algún tipo de relación entre los demás referentes de la oración.
Entre sus funciones están la de expresar relaciones, pero también la de introducir adjuntos (sintagmas preposicionales), y por ese motivo no pueden variar, ni conjugarse, ni utilizarse de manera indistinta. Las preposiciones tienen usos muy específicos, a pesar de que aparezcan comúnmente en el idioma, y en español se distinguen principalmente las siguientes: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, durante, en, entre, hacia, hasta, mediante, para, por, según, sin, so, sobre, tras, versus, vía.
Cada preposición tiene su sentido relacional específico. Por ejemplo, en la frase “entre el muro y la pared”, la preposición “entre” indica que el sujeto oracional se halla en el medio de las dos cosas referidas. En cambio, cuando se dice que un obsequio navideño es “para mamá” y “de papá”, se indica con ambas preposiciones a quién está dirigido el obsequio y de parte de quién es.
Las conjunciones
Las conjunciones son palabras que permiten enlazar otras palabras, frases u oraciones, por lo que constituyen un tipo de nexo gramatical. En sí mismas no tienen un significado propio, pero sí aportan un sentido específico respecto de los términos que enlazan, que permite clasificarlas de la siguiente manera:
Conjunciones coordinantes o propias, aquellas que vinculan dos elementos a un nivel de igualdad, esto es, sin que ninguno esté sintácticamente por encima del otro. Para comprobarlo, basta con intercambiar los términos enlazados de lugar. Por ejemplo: “triste y vacía” significa lo mismo que “vacía y triste”, por lo que la conjunción y es de tipo coordinante. Estas conjunciones a su vez se clasifican en:
- Conjunciones copulativas, que reúnen en una misma estructura dos o más elementos expresando un sentido de adición o suma. Por ejemplo: “María y Juan están juntos” o “No tiene casa ni trabajo”.
- Conjunciones disyuntivas, que reúnen en una misma estructura dos o más elementos expresando un sentido de alternativa o elección entre ambos. Por ejemplo: “¿Vienes o te quedas?” o “Uno u otro”.
- Conjunciones adversativas, que reúnen en una misma estructura dos o más elementos contrapuestos, o sea, que uno corrige al otro o lo modifica. Por ejemplo: “No vino María sino Julia” o “No tengo dinero pero sí mi bicicleta”.
- Conjunciones explicativas, que reúnen en una misma estructura dos o más elementos similares, que dicen lo mismo, de manera tal que uno explique mejor el sentido del otro. Por ejemplo: “El señor lo lamenta, es decir, se disculpa” o “El chofer ya no te espera, o sea, se cansó”.
- Conjunciones distributivas, que reúnen en una misma estructura dos o más elementos similares, de manera tal que a cada uno se le asigne una porción o un extremo de la oración, de manera simétrica. Por ejemplo: “Salga sapo, salga rana irás al médico” o “Sean hombres o sean mujeres, déjalos pasar”.
Conjunciones subordinantes o impropias, aquellas que vinculan dos elementos de manera asimétrica, o sea, subordinando sintácticamente uno al otro, de modo que no pueden intercambiarse de lugar y que, sin el primero, el segundo carece de sentido. Por ejemplo: “Lo hice porque me apetece” no equivale a “me apetece porque lo hice”, ya que la conjunción porque introduce un sentido de causalidad. Estas conjunciones pueden ser de varios tipos:
- Conjunciones sustantivas, que introducen subordinadas que cumplen en la oración funciones de un sustantivo o sintagma nominal (sujeto, objeto directo, objeto indirecto, suplemento o complemento del nombre). Por ejemplo: “Me dijo que no lo haría” o “Le molestó que dijeras eso”.
- Conjunciones adjetivas, que introducen subordinadas que cumplen en la oración funciones de un adjetivo o sintagma adjetival. Por ejemplo: “La peli que me recomendaste me encantó” o “Se me perdió el libro que me diste”.
- Conjunciones adverbiales, que introducen subordinadas que cumplen en la oración funciones de un adverbio. Por ejemplo: “Se lo entregamos para que lo usara” o “No vino porque está de luto”.
Son ejemplos de conjunciones: y, o, porque, para, que, o sea, ni, u, sino, entre otras.
Fuente: https://concepto.de/categorias-gramaticales/#ixzz8ByKuAmam
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